* Juan Carlos fue recientemente galardonado con el Premio Nacional del Deportes. Aquí te dejamos su impactante historia en un artículo que publicamos hace un tiempo.
En este momento se encuentra en el Centro de Alto Rendimiento (CAR) entrenando todos los días para su próxima competencia; los Juegos Parasuramericanos 2014 de Santiago de Chile, para luego, tres días después, embarcarse al Mundial Paralímpico, torneos ambos en que busca llevarse el oro.
Aunque ahora todo pareciera ir perfecto para Carlos, no siempre fue así. Su vida está plagada de altos y bajos, alegrías y frustraciones, méritos e injusticias. Aunque todo partió con el amor al básquetbol.
Había tenido una infancia buena, aunque algunas veces tuvo que lidiar con la crueldad de algunos compañeros en el colegio. Carlos nació con artrogriposis, un extraño síndrome que afecta a una de cada 3 mil personas y que produce el acortamiento de los músculos. A pesar de eso, jamás se recriminó a sí mismo por no poder caminar, pero le importaba mucho cómo el resto de las personas lo miraba.
Tenía solo 15 años cuando tuvo la oportunidad de operarse las piernas. El día que fue a la consulta, le dijeron que no iba a poner caminar 100%, que sus piernas iban a quedar rectas, iba a estar con prótesis y tampoco se iba a sentar bien. De todas maneras, estaba decidido a seguir con la operación para mejorar su apariencia frente al resto. Eso, hasta que un encuentro fortuito cambió su destino.
"Un día una señora se me acerca en la calle y me dice si acaso a mi me gustaría jugar básquetbol en silla de ruedas, que ella pertenecía a un club. Para mí eso del deporte paralímpico era Estados Unidos, acá en Chile eso no existía. Para mí, era como algo de película", recuerda Carlos.
Ese día estuvo desde las tres de la tarde hasta las ocho de la noche jugando, fascinado. Siempre le gustó el deporte y descubrir que sí lo podía hacer hizo cambiar rotundamente su decisión: no se operaría. Jugó durante tres años seguidos hasta que un día, mientras disfrutaba en la piscina con unos amigos, uno le dijo que tenía pinta de poder hacer otro deporte.
"Mi amigo conversó con la única persona que levantaba pesas paralímpicas en ese entonces, Victor Valderrama. Me dijeron que fuera a San Francisco con Tarapacá un lunes... fue otra cosa. Ver que había un técnico, una persona que se está preocupando de lo que tienes que hacer y que lo hagas bien".
Tenía 18 años y pesaba 38 kilos, pero sorprendentemente y sin entrenamiento previo, logró levantar 90 kilos. Le ofrecieron que se dedicara al deporte y aceptó, pero jamás imaginó que tres meses después estaría camino a Dubai para competir en un Mundial Paralímpico.
Durante ese tiempo entrenó intensamente; del liceo se iba al gimnasio y subió su marca hasta los 110 kilos, aunque en Dubai sólo levanto 105, pero eso ya era todo un logro, porque no solo median el peso, sino también la técnica que tenía que ser perfecta.
Entonces llegó el punto donde tenía que tomar una decisión: básquetbol o pesas. No podía hacer las dos, porque si realizaba el primero, se arriesgaba a muchas lesiones, lo que iba a perjudicar su rendimiento al momento de levantar pesas. Su técnico lo hizo decidir.
"Me di cuenta de lo que podía hacer con las pesas, que podía viajar y me motivé, pero no eran los viajes lo que me motivaba, era que sabía que podía competir por Chile. Siempre fui patriota, me encantaba ver a la selección y de repente que te digan que tu puedes hacer lo mismo...pucha me fue motivando a dejar los otros deportes y seguir solo con las pesas"
Juegos Paralímpicos, año 2000, Sydney. Carlos pesaba 48 kilos, el récord en su categoría era de 112 kilos y él lo batió levantando 142 kilos. Cuando llegó a Chile, orgulloso, cuenta que salvo un reportaje que le hicieron, no salió en ningún lado y tampoco hubo remuneración, porque en ese entonces no había un fondo para los deportistas paralímpicos, había que conformarse con viajar.
"Eso claramente molestaba, porque para dedicarte bien a esto, necesitas plata, no todo es amor al arte".
Con el tiempo se fue consiguiendo más apoyo, aunque aún no monetario, pero en preparación y capacitación. Para los juegos paralímpicos de Atenas 2004, por primera vez se le dio la oportunidad de irse tres meses al CAR para poder prepararse. Estaba en la categoría 56, levantando 160 kilos, lo que significaba que iría a Grecia a pelear la medalla de bronce.
Carlos iba con todas las ganas para competir en Atenas, a pesar de que la Federación Paralímpica de Chile (FEPARACHILE) había tomado la decisión de no enviarlo con su técnico de siempre; habían contratado a otro para el viaje.
Una vez allá comenzó el tormento. Por error fue inscrito en una categoría mucho más baja que la de él, estaba en la 48 y no en la 56, por lo que el presidente de las pesas les comunicó que, a no ser que bajara de peso, no podría competir. Tenía que bajar ocho kilos en tres días.
"Anduve tres días con chaquetas de cortaviento, corriendo y dando vueltas por la villa olímpica, hice bicicleta manual, sauna y no comí, a pura agua. No lo logré, me faltó un kilo y medio".
No pudo competir y de vuelta en Chile se hizo un informe de lo sucedido en el cual, según cuenta Carlos, no se dijo la verdad. Se dijo que la razón de porqué no pudo competir, fue por no cuidar su peso.
"Llego entonces al mundial en Corea y no me fue bien, no hice una buena marca y no clasifiqué, no daba para clasificar en ningún lado", recuerda Carlos.
De vuelta en Chile la FEPARACHILE le pidió que siguiera entrenando, pero él necesitaba plata y era difícil hacer las dos cosas, en ese entonces trabajaba en un supermercado en la balanza del pan. Hubo un mal entendido, sumado al informe recién hecho, se le suspendió de toda competencia. Carlos cuenta que el informe decía que estaba castigado, el cual duró desde 2005 a 2011.
En todo ese tiempo, jamás volvió a levantar una sola pesa, pero siguió comiendo como cuando entrenaba y el resultado fue una subida de su peso de 56 a 80 kilos.
Carlos cuenta que jamás se olvidó de las pesas, pero faltaba alguien que lo empujara a volver . En 2011 vivía en Antofagasta donde estaba su hija, Ivana Belén, quien ahora tiene cinco años. Un día viajó a Santiago para ver a su mamá y conversando con ella, le sugirió que llamara al técnico.
No fue fácil contactarlo, tuvo que dejar su número en el CAR y esperar que el técnico, Víctor Rubilar, lo llamara. No pasó más de un día; había un viaje en tres meses a Jordanía para las clasificatorias a los Juegos Parapanamericanos de Guadalaraja y el técnico lo quería ahí.
Víctor le dijo que tenía que bajar por lo menos a 67 kilos y Carlos dijo que estaba dispuesto a lograrlo. Aún había que hablar con la federación. El técnico le pidió que grabara un video donde demostrara cuánto estaba levantando.
"Se lo mostró a Patricio Bowen y le dijo que bueno, pero que tenía que pesar 67, que si pesaba 67 kilos con 100 gramos, estaba afuera. A la semana me vine a instalar al CAR acá en Santiago, a tres meses de la competencia a entrenar con todo. No bajé a 67, bajé a 60 y en esa categoría competí", relata Carlos, quién llegó a Guadalajara y obtuvo el tercer lugar.
Para el siguiente año, las categorías cambiaron y ya no había 60, sólo 59. Tuvo que bajar un kilo y además no le empezó a ir bien. En la competencia en Brasil, buscando batir el récord parapanamericano, terminó con los tres levantamientos nulos. Tiempo después, ese mismo año, fue a Rusia y quiso batir el récord mundial que estaba en 170 kilos y el resultado fue el mismo: tres levantamientos nulos.
"Después de haber estado peleando récord mundial, panamericano y campeonato europeo, me quedé sin nada (...). Más que enojado, me empecé a cuestionar ¿sigues en esto? Están gastando en mí, vengo de tremendo viaje, casi la vuelta al mundo y no hago ningún levantamiento válido. Me sentía pésimo". Pero siguió y el premio estaba a la vuelta de la esquina. En el camino, además, sumó dos valiosos auspiciadores: Sparta y Sport Nutrition.
Fortaleza, Brasil, noviembre 2013. Garrido parte con 165 kilos en la categoría 59, lo logra y es válido. Segundo levantamiento, 174 kilos: válido. Tercer levantamiento, 181 kilos, con eso se llevaría el récord, pero no lo logra: falló.
Sin embargo, las reglas dicen que si estás batiendo un récord mundial, tienes derecho a un cuarto levantamiento y el técnico lo alienta a que lo intente nuevamente.
"Lo grité con todo, lo dieron válido. Era record mundial", recuerda Juan Carlos con una sonrisa en su cara
Los primeros Juegos Parasuramericanos de la historia se realizarán este año en Chile, del 27 de marzo al 2 de abril. Este mega evento reunirá a los mejores 500 atletas de diez países. Serán un total de siete disciplinas; atletismo, tenis en silla de ruedas, natación, bochas, basquetbol en silla de ruedas, tenis de mesa y levantamiento de pesas.
Para Juan Carlos, este gran evento que se realizará en nuestro país, es parte de uno de los sueños que tiene. Más allá de sus récords, quiere ser reconocido por los chilenos y de la forma en que se debe, tanto por las personas como por los medios de comunicación.
"Espero que a los Juegos Parasuramericanos se le dé la cobertura necesaria para que la gente vea realmente lo que es el deporte paralímpico. Nosotros no queremos que la gente se emocione porque le damos pena, queremos que se emocionen por nuestros logros deportivos, no queremos que les de pena vernos hacer deporte".
El camino de Juan Carlos no se termina aquí; seguirá compitiendo y entrenando para volver a ser récord mundial, llegar a los juegos paralímpicos y traerse la medalla de oro. Al igual que todo otro deportista convencional, seguirá luchando para que lo reconozcan como tal.
"Tengo una discapacidad, eso lo tengo asumido, pero cuando estamos hablando de deportes, yo soy un deportista".