Todos fuimos niños y como tales, amantes del circo. Hay algunos casos que se traumatizaron con los payasos, pero en general los colores, los saltos y la enormidad de esas carpas, resultaba un verdadero mundo mágico desde nuestra diminuta estatura. Imagínense para los niños de La Cisterna escuchar un sábado en la mañana por altoparlante que en un par de horas habrá talleres gratuitos donde se les enseñará a los chicos a ser artistas circenses. Que podrán hacer piruetas y subir lienzos hasta sentir que vuelan. Eso pasa y a menudo, en las plazas más peligrosas y abandonadas de la capital, gracias al trabajo de CirComedia, la fundación que creó y levantó Daniel Toto, un matemático con sentido social.

Si eso ya parece ser un aporte desde la vereda social, lo más sorprendente es saber quiénes son los que presentan el espectáculo de la tarde: Niños burreros (que trasladan droga), mujeres abusadas, jóvenes adictos, otros criados por el Sename, todos victimas de su entorno, que a través de la motivación de hacer algo que importe, logran comprometerse con una causa que ayuda y los transforma en el proceso. 

Daniel descubrió el circo a los 13 años, hace cerca de quince años atrás. En ese entonces, para obtener los juguetes con que se practica el arte circense, había que encargarlos al extranjero. Eran niños consiguiéndose tarjetas Visa para poder obtener un diábolo. "Otros tiempos, era todo más artesanal", recuerda.  Junto a otros chicos formaron una agrupación que se la podía ver haciendo malabares en el Parque Forestal, en Puente Alto, en Providencia, llevando su arte de manera ambulante a plazas y galpones. No había una ambición mayor que disfrutar su pasión. Se ganaron incluso un Fondart por ocho millones con el proyecto de formar el primer circo social de Puente Alto, invitando a gente en riesgo social para que aprendieran este arte.

 Sin embargo, años después, Daniel entró a estudiar licenciatura en Matemática y por problemas de afinidad dentro de la agrupación, migró junto con otros a nuevos rumbos. A los 23 años, Toto trabajaba como gerente de cuentas en una empresa, ganando un sueldo de siete cifras. Esto le permitió capitalizar el circo, comprando estructuras, aparatos y lo necesario para retomar el hacerle clases a quienes quisieran aprender del arte circense en el Parque O'Higgins. El grupo que partió con 5 integrantes, al cabo de dos meses tenía 80 personas participando. "Hay que hacer algo con toda esta energía o se va a perder".

El circulo virtuoso

Hace cuatro años, Daniel junto un par de amigos formaron el Centro Cultural CirComedia instalado en La Cisterna. Son talleres que duran tres años para formar verdaderos artistas de circo. Se le imparten tres clases a la semana, por un costo de mil pesos casa una y en caso de que no puedan costarlo, se beca a la persona. Los espectáculos que preparan abarcan temáticas sociales que ellos mismos escogen: violencia, adicción, abusos, etc. Ni un sólo participante de los que se ha inscrito ha desertado. Para Toto, la clave está en la confianza que se les deposita. "Les enseñamos a trabajar en equipo, a respetar las opiniones del resto. Tenemos que confiar en los cabros, es lo único que nos queda... confiar en la gente. Los grandes ayudan a los chicos, les pides favores y cumplen".

- ¿Por qué crees que cumplen?

"Hoy día, para los chicos de La Granja por ejemplo, ser inteligente es robar y el pavo es al que le roban y no entienden que el pavo es el que está preso y el inteligente es el que está trabajando. Nosotros tratamos por ultimo de enseñar que otro mundo es posible, donde el compartir, el respeto, el hablar sin garabatos, es posible. ¿Y sabes que da ene resultado? Los chicos se motivan. Si al final lo que necesitan para responder es una motivación. Si la tienen, cumplen".

 "Nosotros no damos un trabajo social en tercera persona, sino en primera persona. Somos testigos de lo que pasa, conocemos la realidad de los chicos que vienen a la escuela y eso para nosotros es fundamental. Conocemos la realidad de las plazas, de los parques, de las áreas verdes, de la educación, estamos insertos ahí", acota Daniel.

Una vez creado el centro cultural, la empresa en la que trabajaba Toto cambió de dueño, quebró y no le pagaron a nadie. Del finiquito ni hablar. Con ese vuelvo en su vida, Daniel se dedicó 100% a enseñar circo.

- ¿Cómo se solventan?

"Una vez nos criticaron que enseñábamos circo para que los chicos fueran a las calles a hacer malabares y, en verdad, frente a eso no teníamos nada que hacer, porque la necesidad tiene cara de hereje. Tú sabes que estás entregando un arte, pero al mismo tiempo estas entregando un oficio. Si tienes necesidad, los chicos van a salir a la calle. Por eso llegó un momento en que dijimos: ¿Ya, cómo contrarrestamos esto? Creando una productora de eventos, que tiene factura propia, entidad propia y que además vende sus servicios.  De esa manera le damos continuidad a nuestro trabajo y también logramos que toda la gente que trabaja con nosotros sigua haciéndolo de manera remunerada".

- ¿Cuáles son los cambios que ven en los jóvenes?

"Por suerte a través de estos 4 años nosotros hemos podido identificar los cambios positivos que ha tenido la gente. Son cambios que han salido de manera innata. Se va dando la autoestima en las chicas de 12 y 13 años que es potentísimo, en  los chicos más grande alejarse de los vicios. Se da de manera innata porque cuando eres artista, el cuerpo es tu instrumento. Uno de los principios de nuestro circo es que no tiene animales porque el único animal sobre escena es el humano con sus capacidades. Para rendir al 100% hay que estar al 100%". 

- ¿Cómo logran meter las temáticas sociales? Por ejemplo, el consumo de drogas

"Empezamos a trabajar con los chicos, identificamos los casos en que hay consumo de drogas a través  del compartir y en nuestra malla curricular tenemos cuatro clases da el Senda sobre prevención de drogas. Los chicos se destinan a nutricionistas, se les hace su balance. Nosotros no nos paramos del paradigma de la negación, eso es un error. No te puedo decir que acá todos los chicos no consumen drogas, sí que nuestra parada es que no consuman, pero no los voy a echar si lo hacen. Tratamos de que a través del proceso se vayan alejando ¿cómo? Conversando con ellos, llamándoles la atención si no vienen a entrenamiento, preguntarles qué les está pasando. Acá no hay un estudio de masas, acá hay un estudio de casos. Cada chico es un caso que tratamos de sacar adelante según sus necesidades". 

Circo: Puente de cambio

Actualmente CirComedia trabaja con la Fundación Teletón, Coanil y Coaniquem. Pero sus lazos más potentes están con el departamento de Salud de la Municipalidad de La Cisterna y el Senda (Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol), además de otros organismos con los que funcionan como puente, derivándoles casos de chicos que presentan problemas y que asisten a los talleres. "Sin esta red de ayuda mutua no seriamos lo mismo que somos hoy". 

- ¿Cuál es su objetivo? ¿Sacar a los jóvenes del riesgo social?

"Lograr formar un artista íntegro de acuerdo a su cuerpo y su entorno, que a través de su arte evidencie y toque temas sociales que lo afectan a él. Que sea un instrumento para evidenciar abusos, quejas o que está contento y lo está pasando bien y así lograr conmover a la sociedad. Además, como agrupación queremos recuperar los espacios públicos, empoderar a la ciudadanía y acostumbrarlos a ver cultura popular de calidad. Que la gente recupere su espacio desplazando las drogas, los vicios que asechan la mayoría de las plazas de acá. No pueden pasar todas las cosas afuera de La Moneda. No. Tienen que traerle las cosas a la gente. Cumpliendo con ese objetivo, vamos, damos talleres y presentamos. En esos procesos vamos rescatando casos, el chiquillo que va y que tiene más condiciones que el resto o que está bien motivado". 

- ¿Cómo es la respuesta cuando intervienen las plazas públicas?

"Tenemos impacto, siempre llegan 300 personas fácil. Pensamos que la ciudadanía está muy encerrada dentro de sus casas, que si nos miráramos con el otro podríamos hacer grandes cosas y estamos tratando de generar esas instancias. La otra vez llegamos a la Plaza Villa Los Troncos, que es de esas típicas plazas modelo, que como no hay continuidad en el trabajo a los dos meses es un basural. Nosotros la conocimos cuando la inauguraron y cuando volvimos era una pila de escombros. Cuando llegamos a hacer nuestro espectáculo dijimos: ya estamos aquí, así que empezamos a agarrar pala y ordenar. La gente empezó a salir de sus casas a ayudar a limpiar, solamente porque nosotros íbamos a hacer algo ahí. Es tan simple como que alguien empiece a tirar una piedra para el lado y todos vamos a poder correr la roca. pero no se da la instancia".

CirComedia es un pulpo. Hay personas que se dedican a tocar puertas todo el día ofreciendo sus servicios, otros dedicados a reclutar gente, otros a entrenarlos, otros a aconsejarlos y cada vez abarcan más polos. Por lo mismo, Daniel se ha encargado de generar instancias donde cada uno cuente lo que hace y por sobre todo, enseñe al resto del equipo a realizar su labor. "Un verdadero emprendimiento tiene éxito cuando transciende de las personas y funciona esté o no la persona que lo creó".