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Mukat: La riqueza del lugar más pobre de Etiopía

Magdalena Hurtado dejó todo y se fue a Afar, la región más complicada y calurosa de Etiopía. De su experiencia surgió Mukat: Calor Etíope, una muestra fotográfica que, además de recolectar fondos, busca mostrar la belleza de un país, más allá de la hambruna y las enfermedades.

Por María Paz Salas @mpazsalasm | 2013-10-30 | 10:19
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"Uno tiene que entender que a veces hay cosas que tú no sabes y que ellos sí. Y a veces es verdad que tu puedes hacer algo mejor, pero no es llegar e imponer una idea"
Claves
- Escuchar, mirar y aprender, antes de actuar.
- No imponer soluciones, sino adaptarse al contexto cultural.
- Hacer proyectos autosustentables y con criterios de eficiencia.
- Hacer seguimiento de lo proyectos y verificar avances.
- Asociar una arista educativa: Enseñar conductas, responsabilidad y salud a través del programa.
- Se puede ser feliz en cualquier parte.
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Afar es la región más pobre de Etiopía. Es también uno de los lugares más calientes del planeta, con temperaturas que pueden llegar a los 52° Celsius. Por lo mismo, uno de los grandes, grandes temas aquí, es el agua, no sólo porque esta zona tiene el porcentaje más bajo de acceso a puntos de agua en todo el país, sino también porque cuentan con las peores infraestructuras sanitarias de Etiopía.

Fue justamente a ese lugar al que llegó Magdalena Hurtado. Fueron distintas las razones que la empujaron a congelar sus estudios de psicología y también su vida en Chile y que la llevaron a este rincón de África. 

Actualmente resume su experiencia en el país africano en la muestra Mukat: Calor Etíope, que se exhibe en el edificio de la Fundación Telefónica (metro Baquedano).

La travesía

Tenía 22 años y fue en marzo de 2010 cuando llegó a la capital de Etiopía, Adis Abeba, una ciudad más bien occidentalizada y que no demuestra precisamente la realidad del resto del continente.  Sólo para hacerse una idea, tiene uno de los hoteles Sheraton más lujosos del mundo.

A los tres días comenzó su viaje hacia uno de los pueblos de Afar, Assayita, donde estarían trabajando durante los próximos meses junto a la organización Amigos de Silva, que fue la fundación que ella eligió para comenzar esa etapa.

En ese trayecto de doce horas no sólo se comienza a vislumbrar "las chozas y los camellos", sino que también el calor. Sobre todo el calor. "A las tres horas de viaje empiezas a decir, qué onda el calor. Después te empiezan a transpirar hasta las pestañas. Yo siempre comentaba acá que no transpiraba", dice riendo Magdalena.

A pesar de todo, esto no fue un mayor problema. "Desde el momento que pisé Etiopía, supe que me iba a quedar más tiempo. Me hallé", cuenta Magdalena. Para el calor, sólo había que tomar mucha mucha agua y el resto era acostumbrarse. Y lo que iban a hacer dos meses de experiencia, se convirtieron finalmente en diez. Diez meses con el foco en solucionar los principales problemas de ese país africano: la desnutrición, la salud, y la falta de agua.

¿Por qué África?

"Siempre me había llamado la atención África y encontraba interesante ir no en calidad de turista sino que a ayudar. Pero no sola , ya que sola es muy difícil. Es tanto la barrera cultural que si no hay una institución detrás que te avale es súper difícil que sea efectiva tu ayuda. Más aún si eres mujer".

¿Cómo es el foco de Amigos de Silva?

"En el fondo lo que piensan es que hay que hacer las cosas bien. Es una organización con fines de ayuda, pero igual así tratan de por ejemplo, conseguir los materiales más baratos. Pasa mucho con las ONG, que tienen excesos de recursos, plata hay, pero por lo mismo están muy burocratizadas. Aquí hay una cosa de optimizar los recursos y utilizarlos bien. A mí me hace súper harto sentido. Lo otro es que tiene una idea bien poco asistencialista. De tratar dentro de lo posible, de no andar generando dependencia de tus beneficiarios".

Eso que describe Magdalena es el principal foco de esta ONG: la gestión empresarial eficiente. Por lo tanto la organización cuenta con economistas, médicos, arquitectos, ingenieros y personas de distintos ámbitos que comparten la filosofía de optimización de recursos y dinamismo empresarial.

El tema del agua y la desnutrición

Al ser Afar la región más pobre de Etiopía y también la más seca, las personas se encuentra frente a una gran problemática: el agua. A la hora de ayudar, los voluntarios no sólo tienen que considerar esto, sino que también que el 90% de la población es nómade.

"El agua es una necesidad básica", cuenta Magdalena. "La mayoría de la población es nómade. Si llegas a hacer un pozo bien puesto en algún lugar, le facilitas la vida a una gran comunidad que deambula por el desierto. Por lo mismo, también hacemos estudios hidrogeológicos de la zona, que nos ayudan a ver dónde es más factible hacer estos pozos y donde no".

La nutrición y la falta de agua, van de la mano, explica la psicóloga. "Te agarras un cólera por el agua y todos los niños que están en el límite no lo resisten y mueren", cuenta. Por lo mismo, idearon un programa de nutrición que pudieron implementar con resultados que se fueron viendo en las mismas personas.

"Es increíble ver como los niños engordan", asegura la psicóloga. Lo que hace esta organización para cumplir con esa meta es en su opinión "mucho más intensivo en trabajo, pero más fructífero", realizando un chequeo semanal en donde se les entregaban pequeñas cantidades de comida a la semana.

A la semana siguiente se vuelven a pesar y evaluar. Algunas ONG entregan por ejemplo 100 kilos de trigo directamente, pero como hay un mercado, es muy común después ver cómo vendían esos alimentos allí, cuenta Magdalena, por lo que el seguimiento semanal era no sólo más efectivo, sino que mostraba avances verificables.

"Esto en los nómades es más difícil porque no están siempre ahí, pero los refugiados o las personas de Assayita sí. De todas formas la gente vive tres meses en un ciclo y se quedan en un lugar por ese tiempo, entonces igual puedes generar un impacto y hábitos de limpieza, como la importancia de lavarse las manos", comenta.

Magdalena cuenta que los nómades tienen muchísimos hijos. Vio familias hasta con 18 hijos, por lo mismo el sentido de la urgencia, allá en Etiopía, parece ser distinto. "Los nómades llegan al hospital cuando ya están en las últimas. Tienen 18 hijos por lo tanto si alguno está un poco resfriado y aunque pueda ser comienzo de Malaria, hasta que no esté con los ojos amarillos, no van a llegar al hospital", explica. Por lo tanto el programa de nutrición, tiene a criterio suyo y de los voluntarios de Amigos De Silva, una arista educativa. El hecho de que tengan que ir todas las semanas al hospital, que reciban comida, que sean medidos, pesados, que se vean avances concretos, les hace un sentido propio a quienes están recibiendo la ayuda.

Generar responsabilidad

Magdalena no se define especialmente miedosa. Pero sí recuerda un par de veces en que pasó un poco de susto. La primera fue cuando realizaron un paseo con su grupo y un par de chilenos que estaban de visita. Se dirigían hacia un lago y para llegar hacia él tenían que cruzar por un puente que era dirigido por una tribu, que ellos conocían.

Pasaron sin problemas pero al volver la tribu se mostró a la defensiva, no querían dejarlos pasar. "Nos tienen que pagar", decían según recuerda la psicóloga. El director del proyecto en Etiopía, Paco Moreno, se mostró firme y dijo que no.  La tribu sacó el puente. Comenzó a oscurecerse y venía una tormenta de arena. Era una zona de hipopótamos, por lo que "la cosa no era tan fácil y todas estas personas estaban con metralletas enormes", cuenta Magdalena. Paco no cedía y los chilenos que los acompañaban comentaban: "pero páguenles, qué importa". 

Luego llegó el sabio de la tribu, al cual le habían salvado la vida en el hospital anteriormente. Después de un rato, los dejó pasar. "Le pagas una vez a alguien y luego comienzan los 'si le pagaste a él porqué no me pagas a mi'. No es cuestión de que los blancos anden regalando cosas así a la ligera, aprendí que también hay que generar un sentido de responsabilidad", dice Magdalena.

Y lo mismo sucede con el programa de nutrición, explica la psicóloga. Cuando veían que alguien no estaba engordando porque estaba vendiendo la comida que le daban en el mercado, era sacado del programa. Tarea que tampoco era fácil para los voluntarios, pero a la que se tenían que adherir para que el programa funcionara.

"Te pueden llorar, pero hay mil niños más que quieren estar ahí y que lo harían bien. En ese sentido, lo que se busca es generar responsabilidad en el beneficiario. A mí me hace harto sentido. Te sientes menos haciendo caridad, y más haciendo algo bien hecho que va a durar y que también genera capital humano en ellos", dice Magdalena.

Otro ritmo, otra urgencia

La primera vez que Magdalena entró al campo de refugiados donde también realizaban trabajos, nadie le habló. La segundo vez que entró, el portero ya la conocía y la saludó. La tercera, le invitó un café. Recién a la cuarta le preguntó: Ya, ¿qué necesitas?

Lo mismo con los niños. "Cada vez que yo agarraba a un niño por primera vez se hacía pipí, de puro susto. Imagínate este fantasma que te agarra. Pero después te conocen, te ríes y se dan cuenta que tienes dientes, tienes lengua, que también te da hambre. Se dan cuenta que las cosas funciona parecido. Ahí dicen; somos lo mismo. Ese es el valor de conocer", asegura.

Y esa historia resume una de las cosas que más ejercitó durante su estadía: la paciencia y el entendimiento de que no todo funciona de la misma manera en todas partes.

Por ejemplo, cuando ya estaban listos para construir un hospital y sin embargo no podían iniciar obras, ya que su construcción interfería con la dirección a la Meca, el 34% de la población etíope es musulmana. Entonces tenían que hablar con los imanes encargados, pero podían pasar dos meses enteros antes de eso, ya que estos no estaban en la zona.

"Las cosas son a otro ritmo, se basan en las relaciones humanas, hay que conocer a las personas", asegura.

¿Cómo lograste adaptarte a ese cambio?

"Estuve mucho tiempo mirando sin hacer nada. Aprendiendo, pensando. Preguntándome: ¿Cómo funciona esto?, yo soy la extranjera y no sé cómo funcionan los códigos básicos. Cuando superas esa barrera y empiezas a entender cómo ellos funcionan, ahí recién empiezas a ver los factores comunes, que eso también es muy lindo. Darse cuenta por ejemplo, que los adolescentes son adolescentes aquí y en la quebrada del ají, que las púberes son producidas en todas partes. Tal vez en París se visten de Armani y allá se tiñen las manos con henna. Pero eso lo entiendes cuando logras bajar todos tus esquemas".

¿Cuánto tiempo te demoraste en llegar a entender eso?

"Es tan gradual que no se si puedo identificar un corte, pero creo que dos meses. A mí me pilló bien permeable, aprendí el idioma rápido, el amárico, que es la lengua oficial, porque en Etiopía hay 27 distintos idiomas. En el lenguaje no verbal me hice una crack.

Uno tiene que estar peleando constantemente en entender que a veces hay cosas que tú no sabes y que ellos sí. Y a veces es verdad que tu puedes hacer algo mejor, pero no es llegar e imponer una idea. Es su país, su mundo, son sus instituciones, tu llegas de allegado. Es como un conocimiento de la especie humana muy entretenido: de la tuya, la de ellos y de los factores comunes que hay entre los dos".

Este conocer la cultura y cómo funcionan las cosas localmente, ha servido también  para que los proyectos de la organización sobrevivan. Magdalena cuenta que hay distintas ONG que se dedican a la salud y que llegan con la mejor de las intenciones y muchos recursos a la zona.

Ha pasado que por ejemplo construyen un hospital increíble, con muchos recursos y tecnología, pero que está fuera de todo el sistema de salud de ese país, entonces cuando esas ONG dejan el lugar, estos hospitales de grandes infraestructuras quedan vacíos.

"Pero si nosotros algún día desaparecemos, esa infraestructura aún seguirá existiendo, siempre ha estado dentro del sistema. Eso es clave", cuenta.

¿Qué fue lo que más aprendiste?

"Lo que más gané fue libertad. Poder saber, qué rico que soy igual de feliz teniendo nada o muy pocas cosas, porque nosotros teníamos lo básico, no pasábamos hambre. Pero sí se te cortaba la luz cuatro días o no tenías agua fría por tres días y con 55 grados de calor el agua es clave. Pero también si lo tengo, feliz lo disfruto. Ganas libertad al decir: no lo necesito. En parte eso es porque uno va entendiendo las cosas fundamentales, esenciales, que te gustan a ti, más allá de las formas, lo fundamental".

Mukat: Calor Etíope

El 2012 Magdalena partió de nuevo a Etiopía, pero esta vez sólo por cuatro meses. Tuvo la grata sorpresa de ver que los proyectos en los que ella se había involucrado seguían funcionando y que los niños estaban engordando. También se dio cuenta de que España estaba pasando por una grave crisis económica. Esta organización depende directamente de socios privados españoles, de la comunidad de Madrid y de algunas instituciones gubernamentales. El edificio de pediatría que anteriormente habían comenzado a construir, estaba detenido. Las cosas en Chile andaban más o menos bien, pensó, por lo que tal vez se podría hacer algo al respecto.

Con ayuda de algunos auspiciadores, montó una muestra de alrededor de 50 fotografías que ella misma y otros voluntarios de Amigos de Silva habían capturado durante la experiencia. 

"Yo me lo imaginaba algo completamente casero. Me imaginaba que con la ayuda de mi familia, de mis amigos, podría juntar algo de plata. Todo vale, pensé", cuenta.

Juntaron 16 millones de pesos que se enviaron directamente para terminar la construcción del edificio y la exposición logró acercar el país africano a muchas personas que desconocían esa realidad. Por lo mismo, esta muestra se encuentra actualmente en la Fundación Telefónica en Santiago hasta el 15 de noviembre y de manera gratuita.

"La idea es no mostrar el lado amarillista que aparece en los titulares de hambruna en Etiopía y el niño que parece un cuervito. No va por ahí, sino que quise mostrar que hay cultura, que hay ritos, que tú no le estás dando recursos sólo al que está sobreviviendo sino que le estás dando recursos a alguien que está viviendo, que tiene un mundo. En general hay muchas más caras felices que caras de hambre, hay más colores que desiertos. Es la otra cara y la cara que yo de verdad me quedé después de estar allá. Si uno se queda exclusivamente con la otra cara, no puedes disfrutar de la experiencia, no puedes ayudar", asegura Magdalena, quien rescata muchísimas cosas positivas en lo que vio en Etiopía.

"Es verdad que los niños van menos al colegio pero están todo el rato con sus mamás. No hay gente sola. Hay un sentido comunitario súper fuerte. Las tribus tienen esa cuestión de que si se muere tu mamá, está tu tía, está tu prima. Ya en la capital es diferentes, es más occidentalizado, pero en Afar tu no ves niños huérfanos, no hay niños que nadie los acoja. Los niños son de la tribu", cuenta Magdalena.

¿Cuál es tu mejor consejo para alguien que tiene ganas de ir?

"Lo que más se requiere es perseverancia, como con el tema por ejemplo de las becas. La mitad de la gente se cae porque no junta los papeles. Es difícil y no es tan barato, ya que no se les paga sueldo, menos a los voluntarios que no son tan capacitados. Es un costo. Pero si uno tiene la plata para hacerlo, la experiencia es increíble. Si yo antes era feliz, ahora soy mil veces más feliz.  Aprendí a no rayarse con tonteras. Uno siempre se raya igual, pero tienes este cable a tierra, que te dice: preocúpate un rato, pero que no te quite el sueño".

Los voluntarios de Amigos de Silva corren completamente con sus gastos. Allá en África, se vive en comunidad, explica Magdalena y se hacen "vacas" para todo. Incluso si estás corto de plata, también pueden ayudarte. Vivir ahí no es caro, la primera vez que fue, Magdalena vivía con 4 mil pesos chilenos al mes, por lo que los principales gastos son los pasajes y la gestión de las visas ya que Chile y Etiopía no tienen relaciones bilaterales.

Si estás interesado en vivir una experiencia similar en África puedes contactarte con Magdalena, que está a cargo de esta organización en nuestro país. También las donaciones para esta zona son bien recibidas (sea el monto que sea) por lo que si quieres colaborar puedes escribir a este mail exposicionmukat@amigosdesilva.org

O puedes depositar en esta cuenta:

Cuenta: Corriente
Banco: Bice
Número de cuenta: 15-77017-1
Rut:16.607.106-2


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Comentarios
Marco Canepa | Editor | 2013-10-30 | 12:58
3
Somos bastante arrogantes los occidentales cuando tratamos con otras culturas. Buen testimonio sobre la importancia de la humildad.
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Pauli Retamal Yermani | 2013-10-31 | 17:46
2
Yo trabajo en la Fundación Telefónica, vengan a ver la expo y compartir sus opinines con los mediadores culturales.
Bienvenidos todos los amigos de "El Definido"!!!
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María Paz Salas | Colaboradora | 2013-11-04 | 10:55
0
Está increíble la exposición Pauli!
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