trabajadoras sexuales, prostitución, necesidad, marginación, calles, reinserción, oportunidades

Del convento al prostíbulo: Patricia contra la crudeza de las calles

Se pasea por las calles hace mucho tiempo y conoce historias, alegrías y penas de muchas. El mundo de la prostitución la ha llevado a ver las cosas de otra manera y acá nos cuenta su causa de lucha y la labor de la fundación Betania Acoge.

Por Magdalena Araus @mmaraus | 2013-10-23 | 15:30
Tags | trabajadoras sexuales, prostitución, necesidad, marginación, calles, reinserción, oportunidades

Patricia trabaja en prostíbulos desde hace años. En la zona donde se mueve es conocida por muchos y bien recibida por su calidez. Eso sí, su destreza no está en el baile ni tampoco en su capacidad de seducción.

Porque, en realidad, antes era monja y así conoció la cruda vida de las mujeres que se ganan la vida con un trabajo sexual. Alrededor de ocho locales la dejaban pasar ataviada en su hábito, para conversar con las mujeres que trabajaban ahí y poco a poco se fue haciendo conocida entre ellas y ganó su confianza. ¿Su motivación? Devolverles su autoestima y hacerles ver que es posible un cambio en sus vidas.

En esta entrevista no quiere que aparezca su apellido, porque considera importante ser discreta. Quiere proteger a estas mujeres del clásico escenario al que se ven expuestas: chismes, prejuicios, discriminación. Da lo mismo quién haga el trabajo y dónde. 

Aunque trabaja hace años en esto, el año pasado Patricia creó la fundación Betania Acoge que se propuso como objetivo abrir las puertas a todas estas mujeres en situación de vulnerabilidad y actualmente tiene contacto con más de 50 mujeres entre 18 a 35 años en una ciudad costera de Chile. 

El punto de inflexión: toparse en la calle 

Patricia empezó a conocer el mundo de las trabajadoras sexuales cuando aún era religiosa y confiesa que hasta les tenía miedo. No sabe muy bien si era miedo a enfrentar la situación o miedo a lo que ellas hacían. Hasta que un día se encontró con esa realidad y en pocos segundos tuvo que tomar una decisión que marcó su vida.

"Recuerdo que iba por un pasillo y vi una de estas chiquillas que venía caminando hacia donde yo iba. Tenía dos opciones: seguir por el camino o desviarme. Y yo seguí… Cuando me encontré con ella, tuve una reacción espontánea. Pensé: 'aquí ella es tan mujer como yo'. Y entonces la abracé. Ella, con lágrimas en los ojos me dijo: 'Hace mucho tiempo que nadie me daba un abrazo sin cuestionarme y sin tener que dar nada yo a cambio'. Cuando ella me dijo eso, me robó el corazón. Y me di cuenta que efectivamente nadie está libre de esto. 

Sentí de alguna manera que el Señor ponía en mí esta tremenda vocación de servicio hacia este tipo de chiquillas. Por eso yo hasta el día de hoy trato de ser lo más fiel y soy capaz de dar la vida por una mujer y sacarla adelante".

¿Cómo son esas mujeres que llegan a rehabilitarse? 

En sus nichos están presente las drogas, el alcoholismo, la prostitución, violencia intrafamiliar y extrema pobreza. "Generalmente uno se queda enredado en el tema de la prostitución aislada, pero resulta que esto va de la mano con muchas otras cosas. Por ejemplo, una mujer que ha sido golpeada toda su vida, no tiene a veces sentido en la vida y empieza a buscar por otros lados… entonces hace que caiga en otros mundos que no son los mejores", explica Patricia. El 99% de las mujeres con las que trabaja han sido muy maltratadas desde su infancia. 

"Abusadas o niñas que a temprana edad han iniciado una vida sexual, a lo mejor no han tenido una familia muy bien constituida, dispersa, más que apoyo han visto desunión, peleas, discusiones… Entonces todo eso… han sido mamás solas a temprana edad. Se han encontrado en el mundo solas, sin tener cómo darle de comer a sus hijos, entonces esto las ha llevado a buscar esta vida". 

Por eso uno de los objetivos principales es lograr que estas mujeres se sientan acogidas y se sientan personas, que no están siendo recriminadas. Según explica Patricia, llegan con unas historias de vida terribles. ¿Aprueba ella que hayan tomado este camino en su vida? 

No es quién para juzgar, al igual que nadie. Pero al conocer de cerca la experiencia que viven tantas mujeres que eligen esta alternativa para sacar adelante a sus familias, asegura:  "no es una 'vida fácil' como se dice en el mundo... No es fácil, es la vida más horrorosa que puede existir".

La constante marginalización

"Que la sociedad hoy día margine a una mujer porque la ve en la esquina, es la peor ignorancia que puede haber. Porque cuando tú llegas a una chiquilla de estas y puedes hablarle de corazón a corazón, es que te prometo que es una cosa maravillosa. Eso te invita solamente a acogerla.

No sé si la sociedad va a cambiar. La forma de pensar que tenemos con respecto a este tipo de trabajo, es lo que tiene que cambiar. Hay que darse oportunidades para ser capaces de acercarse a estas chiquillas, de escucharlas… Las mismas personas que abusan de ellas deberían reflexionar qué están haciendo ellos con su vida y con la de las otras personas. ¿Cómo estoy trasgrediendo hasta los más íntimo de una mujer? Es cómo tomar conciencia de que al fin y al cabo somos todos seres humanos y nos merecemos respeto".

Escuchar y sobre todo esperar

Iniciar el diálogo es algo delicado, por eso Patricia explica: "mi llegada siempre parte por un tremendo respeto hacia ellas y luego jamás invado su privacidad. Siempre respetando lo que ella quiera decir, lo que ella quiera compartir y hasta dónde ella quiere ser apoyada y ayudada (…) con respeto, privacidad, discreción. Así se va conquistando el corazón de ellas.

Hay algo que es de Dios no más, que hace que una mujer se abra totalmente a uno. Yo no les exijo ni les pido nada. Solamente les doy mi tiempo, mi acogida y mi cariño. Con eso damos pasos maravillosos. Ese es su espacio… Para ellas dicen que llegar ahí es como llegar al cielo. Se sienten bien, acogidas, queridas, que no las juzgan, que las ayudan, orientan".

¿Cómo comienza la rehabilitación?

"La primer entrevista la tienen conmigo y ahí cuentan su historia, que son muy duras, dramáticas, de mucho dolor, sufrimiento, luchas. Generalmente son todas mamás y entonces, a partir de esa entrevista, son derivadas a una psicóloga y en algunos casos apoyo social y cuando la situación es más delicada y dramática, acudimos a un psiquiatra que apoya con medicamentos para que puedan estabilizarse en su proceso".

El hecho de llegar a la fundación en búsqueda de ayuda, es el gran paso que da cada mujer para empezar su proceso. Por eso en Betania Acoge tienen como pilar la perseverancia, porque a veces van y vuelven: "Son mujeres que año tras año han arrastrado una vida de mucho dolor, entonces uno no puede pretender que de la noche a la mañana haya un cambio en ellas. Tiene que haber un proceso y siempre va de la mano de altos y bajos", comenta Patricia.

La autoestima es lo primero

Patricia explica que uno de los factores principales es que la 'chiquilla' vuelva a recobrar su autoestima. Esto lo impulsan a través de un taller, donde se descubren en su ser mujer y personas: "descubren todas las cosas maravillosas que tienen y todo lo negativo pasa de largo".

Junto a esto obviamente hay un proceso de acompañamiento o una terapia con la psicóloga, "porque realmente las reafirma en su opción definitiva de dejar el mundo pasado y enfrentar el futuro o lo que viene en el presente", recalca la ex religiosa.

De forma secundaria tienen talleres optativos de computación, garzonería, manualidades a telar, entre otros, para desarrollar ciertas habilidades que pueden interesarle a estas mujeres y serles útiles para futuros trabajos. Y en el ámbito laboral, las preparan con un taller de ética profesional, para que sepan hacer un buen currículum, presentarse en una entrevista, responsabilizarse en el trabajo, ser perseverantes, etc.

Personalmente: "Sigo aprendiendo, esto nunca se termina" 

Lo primero que he aprendido es a ser súper humilde, porque en ellas he visto esa humildad. Otra cosa que a mí me ha afianzado mucho es el tema de la sensibilidad hacia el otro, de saber escuchar, de ser una persona que simplemente acoge sin discriminar, sin enjuiciar. 

También he aprendido que en la vida uno ha tenido oportunidades maravillosas. Yo le agradezco a Dios haber tenido una linda familia que me quiere y me apoya. He aprendido a ser agradecida de la vida por lo que me ha dado a mí y esa gratitud también va encausada a saber abrir el corazón con generosidad al que necesita ayuda, al que está sólo, al que nadie se preocupa a acogerlo".

Patricia ve el cambio que se genera en estas mujeres. Ha visto a más de 20 retomar sus vidas y buscar un nuevo trabajo. Comenta que para ellas el hecho de descubrirse otra persona las anima a seguir para adelante y no desfallecer en el camino. Ellas dicen: "Me miro al espejo y me doy cuenta que estoy linda, que soy otra persona, que soy otra mujer y digo: no voy a embarrar mi vida de nuevo".

Nota: Si quieres ayudar a esta fundación, puedes escribirnos y te pondremos en contacto.

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Comentarios
Marco Canepa | Editor | 2013-10-23 | 17:58
13
Tremendo como podemos estar frente a una persona y olvidar que se trata de un ser humano, con toda la riqueza y dolores que eso conlleva.

No puedo dejar de admirar la valentía de la gente que se acerca a prostitutas, indigentes, enfermos mentales y delincuentes y les tiende una mano. Y lo más sorprendente, es que ellos son los primeros en decirte que han aprendido y recibido más de parte de esas personas, que de nadie más.

Al final no es solidaridad, es reconocer al otro como un igual.
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gif Comentario destacado por El Definido
Paulina Toro | 2013-10-27 | 16:11
3
Feliz de saber que aun existe gente así en el mundo, que es capaz de sentir empatia por otro ser humano, de dejar sus problemas, sus propias obligaciones y ayudar, con una palabra de aliento, con un solo abrazo; simplemente maravilloso.
Por eso leo el definido :') me emociono con estos relatos.
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