“No es un restaurant”, aclara Carlos Pascal, de 35 años mientras enseña su taller de cocina, Kitchen Club, con un acento chileno al cual ya se le adhieren palabras típicas españolas. Él tampoco es un chef de profesión. Llegó a Madrid hace ocho años a trabajar para un estudio de arquitectura, otra de sus grandes pasiones aparte de la cocina.Pasión que se puede observar en el loft minimalista y moderno donde imparte clases.
Son las 8 de la noche en Madrid, y los estudiantes ya comienzan a llegar al local ubicado en la calle Ballesta, en la capital española. Son recibidos por un mozo que les ofrece una copa. Vienen a vivir una experiencia completa al Kitchen Club. No sólo reciben clases de cocina con Pascal, sino que luego se sientan en una mesa a degustar los platos a los que les dedicarán casi 4 horas. La sobremesa, explica el chileno, es parte de la experiencia.
Ahí radica el éxito de Kitchen Club. Idea que Pascal comenzó realizando primero de manera casera, para luego darse cuenta que podía convertirla en un proyecto profesional.
Profesor en casa
Con 25 años, y ya instalado en Madrid,Pascal quería buscar la manera de ganar más dinero para viajar. Utilizando sus habilidades de arquitecto, condicionó una cocina en su departamento y comenzó haciendo clases de cocina a pequeños grupos de personas.
“La cocina siempre fue un tema presente en mi casa. La mayoría lo aprendí de mi madre, luego de mis hermanas, luego leyendo, curioseando, investigando, dándole vueltas, viendo las especies, las técnicas que se utilizaron, y también a partir de algunos cursos puntuales. Aprendí una cocina llevada más por el instinto que quizás una cocina con tanto sentimiento por una escuela”, dice Pascal.
Sus clases fueron un éxito y se corrió la voz entre los madrileños. “Llegó un momento en que tenía tres meses de reserva. Me llegó a impresionar”, explica Pascal.
Llega la crisis
Como arquitecto, Pascal no ganaba lo suficiente, y las cosas empezaban a complicarse. “Se avecinaba la burbuja inmobiliaria que se hablaba en todas partes”, explica el chef. Era el año 2009 y los periódicos españoles ya dedicaban sus portadas a la crisis económica que se avecinaba.
“Llegó un punto en que tuve que decidir ya que ya había surgido la idea de hacer de esto un proyecto más grande, y así fue como nació nuestro primer espacio en la calle Ballesta. Fue fácil porque fue decidirlo y hacerlo. A mí en general cuando me comprometo con algo me comprometo 100%, la única manera es haciéndolo, no pensándolo tanto”.
Kitchen Club fue un éxito inmediato. “Tuvimos la suerte de meternos a inventar una rama de algo que aquí no existía, y frente a eso no hay punto de comparación. El éxito de la gastronomía no está sólo en la cocina, sino que en el espacio, en el equipo humano, en cómo se presentan los platos, la música”, explica Pascal.
Los estudiantes ya están inmersos en la preparación del plato que luego degustarán en la mesa. El menú: una comida muy común en España, rabo de toro crocante. Mientras dan los últimos toques comentan que les gusta venir a las clases de Pascal ya que es una experiencia más completa que sólo ir a un restaurant. Y que lo que aprenden allí, luego pueden aplicarlo en sus casas.
“No conocía otro lugar así, y la idea me encantó desde que vine por primera vez al Kitchen Club”, comenta Catalina, chilena de 28 años, que radicada en España asegura que también tuvo la oportunidad de asistir a clases con el conocido chef de Madrid, Andrés Madrigal.
“La creatividad siempre va a ser un elemento diferenciados con respecto a otro tipo de negocio. Tienes que buscar tu camino y diferenciarte de la competencia. Si estás acompañado de un buen trabajo o buen equipo sales adelante”, explica Pascal.
Kitchen Club en el mundo
En noviembre de 2009 el chef chileno inauguró un nuevo espacio a dos cuadras del primer Kitchen Club para eventos empresariales. Es así como comenzó con las “Cooking Parties”, donde las empresas pueden pasar un día completo cocinando y degustando distintos platos y copas.
Con dos locales en Madrid, Kitchen Club ahora mira hacia afuera. “Estamos analizando el caso concreto de Barcelona, ya que es una manera cercana de probar en una ciudad en la cual no estamos viviendo. Hemos recibido muchas ofertas de Venezuela, Honduras, Panamá, Miami, Bélgica, que no se han llegado a concretar por diferentes cosas. El día menos pensado nos vamos a plantar común Kitchen club en otro lado”, explica Pascal quien agrega que también está evaluando la posibilidad de instalar su concepto en Santiago y Lima.
“Tenemos planes de hacer un montón de cosas. Sabemos que la situación está muy complicada, y tenemos la suerte de que a nosotros nos va bastante bien, no nos podemos quejar. Como se dice aquí quejarse de trabajo hoy en día es un pecado. Nuestro máximo esfuerzo será conservar lo que hemos podido lograr”, explica Pascal.
Los comensales se sientan en la mesa a probar los distintos platos que han cocinado mientras un mozo les sirve distintas bebidas. Los cinco amigos que asistieron al curso conversan animadamente con Pascal y el staff. Como explicó el chef, la sobre mesa va por cuenta de la casa y no hay horario de cierre.