niños, padres, paternidad, maternidad, madres, crianza, educación

Guía para padres: Premios... ¿Refuerzo o soborno?

En nuestra sociedad se ha vuelto habitual ofrecer a los niños un premio a cambio de su buena conducta. Pero esta útil herramienta puede ser un arma de doble filo cuando se utiliza de manera indiscriminada o se aplica como soborno en lugar de refuerzo.

Por Ignacia y Javiera Larrain | 2013-06-06 | 10:41
Tags | niños, padres, paternidad, maternidad, madres, crianza, educación

Estando en el supermercado me topé tres veces con la misma señora, quien llevaba en su carro a su hija de 2 años. En la primera oportunidad le decía “si te vas sentada arriba del carro y no te bajas te compraré el chocolate”. En el siguiente pasillo la niñita iba llorando y gritando porque quería una muñeca que había visto y la mamá le decía que si se portaba bien hasta que se fueran del supermercado, se la compraría. Y en la caja la niña figuraba con chocolate y muñeca en mano y la mamá le estaba diciendo que si no se comía la comida le quitaría el premio. 

Esto me llevó a pensar que muchas veces nosotros como padres abusamos y mal usamos de un recurso educativo muy importante, como lo son los premios. En vez de educar a nuestros hijos, a veces caemos en condicionarlos o amaestrarlos. Usamos el premio como mecanismo para obtener resultados inmediatos a través de un soborno: “te doy esto para que tu hagas esto otro”, en vez de ponerlo al servicio del aprendizaje de dicha conducta en el largo plazo, “porque hiciste esto, te doy el premio”.

En el caso de la mamá del supermercado, ella usaba el premio como soborno: “Si te vas sentada te doy un chocolate”. Usarlo como refuerzo supondría haberle regalado el premio después de las compras, por no haberse bajado del carro ni hacer pataleta, pero sin haber estado ofreciéndolo permanentemente como una forma de manipular su conducta. 

Vivimos en una sociedad marcada por una lógica mercantilista, basada en el intercambio, lo que se ha traspasado a la educación de nuestros hijos, donde intercambiamos conductas por bienes.

No quiere decir que los premios sean en sí algo malo, por el contrario, son una herramienta educativa fundamental para potenciar las conductas positivas de los niños. Sin embargo, si los usamos en forma inadecuada o indiscriminada, lo que estamos haciendo es, por una parte, mostrarles que las cosas se hacen para obtener una ganancia y no por el hecho de que sean buenas en sí mismas, aniquilando su motivación intrínseca.  Por otro lado, estaremos fomentando que tengan una conducta reactiva, siendo incapaces de reflexionar, comprender y decidir.

El premio no debe ser usado para forzar una conducta en el menor: dárselo para que se coma la comida, para que se bañe, para que se porte bien. Debe usarse como refuerzo: cuando se comió la comida, cuando se bañó, cuando se portó bien. De esa manera, él siente la motivación para volver a repetirla.

Un buen uso de los premio supone, en primer lugar, diferenciar correctamente los refuerzos concretos de los sociales. Es muy distinto decirle al niño “te felicito”, “estoy orgulloso de ti” o explicitar alguna de sus características positivas “eres muy cooperador”, que ofrecerle una galleta, un dulce o un juguete. En relación a los refuerzos sociales, podemos usarlos con mucho mayor frecuencia, ya que éstos, si son sinceros y vienen de una persona cercana y querida, tienen un impacto muy positivo tanto en el fortalecimiento de la autoestima, como en la consolidación de una conducta deseable. Mientras que los refuerzos materiales o concretos deben ser más restringidos, para que la relación no se transforme en un mero intercambio y el actuar de los hijos esté condicionado al premio.

Algunas sugerencias respecto al buen uso del premio:

- Se recomienda no dar dulces ni golosinas, ya que éstas afectan negativamente en los hábitos alimenticios. Es mejor usar calcamonías, estrellitas, caras felices, láminas o algún pequeño juguete. Otra muy buena herramienta puede ser un panorama como ir al parque, andar en bicicleta, ir al zoológico, etc. 

- El premio debe darse una vez que el niño ya ha realizado la conducta esperada. No debe ofrecerse como soborno. 

- Usarlo dentro de un sistema de calendario, donde el cumplimiento de la conducta lleva a ganar una estrellita diaria, lo que reiterado en el tiempo, se traducirá en un premio mayor.

- No improvisar, sino que tener previamente definido qué conductas se reforzarán y con qué premios. 

- Tener presente que no todo debe estar mediado por un premio, sino que usarlo en su justa medida para situaciones que lo ameriten.

- Que no se convierta en un mecanismo para salir del paso, es decir, dar el premio para tranquilizar o callar al niño en un momento complicado. Aunque éste se presente como una buena y tentadora alternativa, será útil en el corto plazo pero con consecuencias negativas en el largo.

- Se puede empezar reforzando una conducta que el niño está comenzado a realizar a través de un premio concreto, pero el objetivo es que poco a poco se pase al social.

- El premio debe entregarse o anunciarse, en el caso de un panorama, inmediatamente después de la conducta lograda para que el niño lo asocie.

- El adulto debe ser quien decide y administra los premios y no el niño.

En conclusión, el premio debe ser usado como medio para que el niño logre una conducta positiva que lo ayudará a desenvolverse en su entrono. Debemos procurar que él no se quede con el premio como un fin en sí mismo, sino que logre entender el valor de la conducta aprendida.

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Comentarios
Christian Briceño | 2013-06-06 | 11:49
3
Algo muy útil para los padres, muchos jóvenes hacen lo que quieren, porque sus padres nunca le pusieron limite e hicieron tratos, tal como menciona el artículo. Buenos consejos, y creo que ejemplo a seguir para tener una mejor generación.
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gif Comentario destacado por El Definido
Melissa Amaro P. | 2013-06-06 | 12:01
5
Interesante artículo!
He sabido de gente que entrega premios, lleva regalos y golosinas a los niños y luego se sienten mal porque, cuando los vuelven a ver, lo primero que hacen los chicos es revisarles las manos y los bolsillos. Pareciera que esos adultos no confían en la capacidad de los niños para querer a otras personas. O quizás sienten que es más fácil ser queridos (u obedecidos) si les compran cosas.
En el fondo, creo que todos los peques adoran los obsequios, premios y dulces, pero lo que más les importa es que los adultos los tomen en cuenta, los traten con respeto, cariño y sin condescendencia. Si ven que un adulto se comporta así, dudo que prioricen las recompensas.
Saludos!
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Carolina Olivares | 2013-06-06 | 12:28
5
Mientras leía la nota, no puede evitar pensar en mi propia infancia.

Recuerdo a una compañera de curso que me dijo que le habían pagado un 7 que se había sacado, y me dije, porqué a mi no me pagan por las buenas notas, le pregunté a mis papás y dijeron que solo cumplía con mi deber, y que seguramente esa niña no tenía muchas buenas notas y por eso le ofrecían dinero.

En ese momento no entendí mucho la verdad, ahora lo entiendo mejor, quiza no me pagaban cada nota, pero todos los años tenía mi fiesta de cumpleaños, un buen regalo en navidad, cosas que a veces costaban un poco, el presupuesto a veces era escaso, y seguro esos eran premios por portarme bien, aunque no llebabamos la cuenta. Esa era su forma de recompenzarme.
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Rocío Sandoval | 2013-06-06 | 15:35
1
me senti la peor madre del mundo =(
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Sebastián Cáceres | 2013-06-06 | 19:33
1
wow, esta nota llega justo cuando estabamos viendo la teoría conductivista en filosofía :P creo que un detalle que se les fue es que hay que tener cuidado con que los premios se vuelvan un hábito en el sentido de que los niños sólo hagan las cosas para obtener el premio, sin tener conciensia de lo que se está tratando de reforzar.
Si, por ejemplo, premias a un niño por tener buenas notas el entenderá que la acción para obtener las recompensas son las notas en sí, y con el tiempo puede desarrollar comportamientos negativos, como comenzar a copiar en las pruebas solo por obtener la recompensa.
Lo ideal seria lo que dicen arriba, marcar que siertas cosas son un deber, y hacer la recompensa algo secundario como un reconocimiento de un proceso mas que de una accion.
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Carlos Soto | 2013-06-07 | 00:16
1
Hola!

Me asaltó unda duda ¿de dónde vienen las "malas conductas"? por ejemplo "querer una muñeca ¿de dónde aparece la idea de que eso que veo ahí puedo tenerlo si hago pataletas? Suena como si antes ya la tuve y nadie me dijo por qué. Es como eso que nos dijeron alguna vez cuando chicos, el típico "¿pero por qué, mamá?" - "porque sí!", como si no hubiera un traspaso de información o un buen entendimiento (no sé cómo llamarle) cuando te mandan o prohiben hacer alguna cosa, o al momento de recibir ese regalo, el "tener la muñeca" ¿será de ahí el problema?

Hay un sitio web que hizo un nicaragüense llamado "Kid Abacus", que es precisamente un servicio online de tareas y premios. Se crean perfiles para papás e hijos:
http://kidsabacus.com/

Esto lo vi en una conferencia, acá explica cómo funciona y lo curioso de algunos premios y tareas:
http://www.youtube.com/watch?v=OELcryjaDgU&t=22m20s

Saludos
@sotelio
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Paper Luis | 2013-06-07 | 09:39
7
Uff... Este tema me toca de cerca.
Tengo (o sea, tenemos con mi señora) un peque de 2 años 8 meses y "creo" que la hacemos bien.
Nosotros hacemos el refuerzo positivo no con golosinas (que casi ni come) o con juguetes (los regalos se los llevamos sin motivos, y no frecuentemente), si no que con juegos y risas. Cuando no mañosea al comer, hemos terminado los tres bailando "la danza de la comida terminada" u cosas similares. También usamos el lado contrario de la moneda, es decir, si hace escandalo por bañarse, no ve monitos; si hace drama por acostarse, no hay mamá que lo regalonee antes de dormir, etc.
Dado el tiempo en que estamos, donde todo es "consumir, consumir y seguir consumiendo", tratamos de estar más con él, jugar, reirnos, cosquillas, que vuele, ir a la plaza a jugar y cosas donde los papás estemos con él, mas que entregarle algo.
Eso. Saludos
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Samara Neva | 2013-06-07 | 10:23
0
Hay niños que se acostumbran que si se portan mal (pudiéndose portar bien desde el principio) pueden pedir lo que quieran, sus padres aceptan el soborno y los niños cambian su actitud rápidamente haciéndolos parecer buenos y bien comportados manipulando con ello a sus padres y obteniendo la recompensa igualmente, es un círculo vicioso que nunca acaba, ni siquiera al pasar a su adolescencia que es donde esa manipulación se hace aún más latente.
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Pamela Del Río Núñez | 2014-06-12 | 13:09
0
En el colegio les digo a papás así... "Y qué le va a dar cuando salga de 4° medio?? un auto??"... es la bola de nieve que se arma cuando acumulas por años la estrategia de sobornar en vez de premiar. Igual hoy en día son cada vez menos los papás que se dan cuenta que este es el camino y no las cosas materiales... la experiencia de Paper Luis es hermosa... te felicito!

P.D.: Ah! me acordé de un caso muy extremo, a un niño de 4° básico el año pasado el padre le ofreció un caballo para que pasara de curso con cierta nota... la madre vivía en la Escuela buscando profesores y materia porque su hijo no copiaba nada en la sala... un mes antes de terminar el año el niño en cuestión me dijo... "no importa como me vaya en las pruebas tía, si mi papá ya me compró el caballo"... :o
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