*Esta nota fue publicada originalmente en 2013.
Innovación no es solo tener una buena idea. ¿Cuántas de ellas se pierden en el camino? ¿Qué nos asegura que un proyecto llegue a buen puerto? ¿Por qué hay grupos o personas más innovadoras que otras? El mundo está lleno de buenas ideas, el problema es hacerlas realidad y que estas efectivamente resuelvan el problema. Una de las respuestas fundamentales para que el proceso creativo sea realmente efectivo está en el Design Thinking.
Surgió a principios de los 90 y está recién apareciendo en nuestro país. Mundialmente se ha convertido en un método indispensable en el proceso de innovación. Es lo que se usa en empresas como Apple, General Electric y Philips, entre otras. Se trata de una nueva forma de ver los problemas y las soluciones que buscamos.
En palabras simples, sirve para que las ideas que tengamos sean exitosas. Esto se logra al enfocar una iniciativa según las necesidades de los usuarios a los cuales está dirigida. Preguntando, opinando, probando. Así no se pierde el norte cuando se lleva una idea a la realidad concreta: todo se ordena según el público al que se apunta.
El Design Thinking es una mirada holística ante un problema. Nos hace pensar de manera más profunda, considerando cada paso del proceso en el que una idea se hace realidad. Las etapas por las que debe atravesar son: empatizar, definir, idear, prototipar y testear. Son espacios iterativos que nos permiten poner a prueba nuestros planteamientos. Así pueden surgir mejores oportunidades y se abre el espacio a la creatividad.
Pero ¡ojo!, el Design Thinking no se aplica exclusivamente para modelos de negocio. Sirve para todo tipo de prácticas: ingeniería, marketing, manufactura, creación de productos, iniciativas, etc. Además muy útil en educación.
Paso a paso por el camino al éxito
¿Cómo es cada etapa que conduce las ideas en el Design Thinking? Son espacios que pueden ocurrir simultáneamente y repetirse. Los expertos de Stanford definen estas 5 etapas específicas que antes nombramos:
- Empatizar: comprender las necesidades de las personas para las cuales se está diseñando una idea es lo fundamental. Es un diagnóstico que ayuda a no desviarse del objetivo principal, generado a partir de necesidades de un grupo específico de personas.
- Definir: enmarcar los problemas, verlos como oportunidades para soluciones. Traer claridad y enfoque sobre lo que se va a trabajar.
- Idear: generar una amplia gama de posibles soluciones que sean creativas, innovadoras.
- Prototipar: crear elementos concretos de la solución con los que se pueda interactuar. Esto ayuda a responder preguntar para acercarse a uno solución definitiva.
- Testear: aprender a partir de qué funciona y qué no, para mejorar las soluciones. Esto considera un feedback y opinión de las personas involucradas en este proceso creativo.
Rique Nitzsche, profesor brasileño experto en la metodología, explica en Innovacion.cl que esta metodología ha generado un grupo de personas que reúnen ciertas características comunes que los hacen especiales. Se destacan por una "amplia curiosidad, habilidad para emplear conocimiento táctico, capacidad para desarrollar percepción consciente e insights estimulantes, destreza para entender problemas complejos e identificar las causas más profundas de los problemas, poder anticipar y visualizar escenarios, pericia para inventar ideas y síntesis y aptitud para solucionar problemas."
Y si está tan de moda, ¿alguien lo usa acá en Chile? Pocos hasta el momento, pero hay casos. Darrel Rhea, experto mundial en el tema, comentó a Emol la importancia de que el Design Thinking esté presente en el país. A su juicio, si "se sigue manteniendo una economía sustentada en la minería o el agua, el país se quedará atrás. Si Chile quiere generar nuevos productos y servicios que puedan ser exportados, necesita adoptar las prácticas para desarrollo y competencia. El diseño es la clave, en especial para empresas o países emergentes".
A nivel de empresas destacó a LAN, que lo aplica en el diseño y estrategia para crear nuevas plataformas de innovación. También hay empresas extranjeras que está presentes en Chile y lo utilizan, como Procter & Gamble, por ejemplo. Pero esto no es solamente un tema de empresas.
La fundación Sparktalents en Chile ayuda a desarrollar la creatividad en niños y jóvenes a través de la experimentación. Para eso utilizan este método. Pablo Torres, Education Advisor de la institución se nutre a través de cursos de la Universidad de Stanford y aplica el sistema en los procesos de creación de ideas en robótica.
También es la carta que juega Verónica Cabezas, cofundadora de Enseña Chile, de la iniciativa Elige Educar y miembro del "Think Tank Innovation Factory" de la Universidad Católica. Es de las pocas personas que trabaja el Design Thinking en la educación chilena. Explicó a El Definido que personalmente lo ha implementado en diplomados de Liderazgo Directivo para directores de colegios y también en la Facultad de Educación de la Universidad Católica. Al pensar en la sala de clases cree que "falta la empatía, el ser capaz de recibir retroalimentación, el trabajo en equipo, el espacio a divergencia y convergencia. En el Design Thinking todo se hace con mira a que el resultado final, desafío o problema sean soluciones más efectivas a largo plazo... está basado en la necesidad del ser humano, esa es la clave", aclara Verónica.
¿Qué se logra enseñando esto a los alumnos? Un aumento de la motivación intrínseca, un desarrollo de las reglas implícitas y de la autoconfianza. En realidad hacer ver a los alumnos una nueva forma de procesar ideas y soluciones no es tan complicado como podríamos pensar. "El desafío de comenzar no tiene por qué ser tan grande. Uno puede comenzar implementando una etapa: empatía, por ejemplo. Hay que ajustarse para generar esta cultura en los colegios. La idea es que se aplique al Proyecto Educativo Institucional y no solamente en la sala de clases", afirmó.
Lo que hace Verónica es una muy buena señal. Si es posible utilizar este método en la enseñanza escolar, es viable crear una cultura de la innovación en la sociedad, donde las personas trabajen llevando a cabo ideas creativas que solucionen diversas necesidades a nivel social, empresarial, artístico, etc. La clave de la innovación no son sólo las buenas ideas. Es cómo estas ideas se convierten en una respuesta acertada a las infinitas necesidades del mundo en que nos movemos.