*Esta nota fue originalmente publicada en 2014.
No estamos a favor de los estereotipos ni encasillar actitudes en etiquetas. No hay dos guatones parrilleros iguales, ni creemos en que la mujer rubia es de pensamiento más liviano o que los niños inquietos van a ser rebeldes cuando grandes. Este artículo no se trata de caricaturizar a quienes han vivido toda su vida en regiones y llegan a Santiago. Detrás de cada uno hay una historia personal y una razón distinta, pero sí la mayoría comparte situaciones cotidianas con las que han tenido que lidiar en la capital y compartirlas puede resultar divertido (y reconfortante).
Para hacer este listado nos basamos en experiencias y comentarios en las redes sociales que lograban mucho consenso. Es que ser provinciano en Santiago no es cosa fácil. A un estilo de vida en ocasiones muy diferente al que se tenía en la ciudad natal, se suman los prejuicios que capitalinos y recién llegados tienen los unos de otros, debido al excesivo centralismo de nuestro país y que dan pie a opiniones que se repiten casi con calco...
Trasladarse es uno de los trámites más engorrosos de la capital. La mayoría de las visitas son un viaje, en el que hay que estar muy atento a no perderse: De la línea X del metro, combinación a la Y, salir por la puerta sur, tomarse el troncal y de regreso el intermodal. ¿Cómo dice que dijo? Mientras intentamos memorizar todas esas instrucciones, se echa de menos la canción cebolla del colectivo.
Para una persona que no tiene entre sus características una personalidad entradora, conocer gente nueva no es muy sencillo. Teniendo además en cuenta que dejaste a tus familiares y compañeros de vida en otro lugar del país, las probabilidades de caminar por la calle y encontrarte con alguien conocido, son muy pocas. Por eso, cuando te topas con alguien de tu región, la emoción puede llegar a las lágrimas, aunque casi no hayas tenido relación con esa persona.
No es necesario decir mucho al respecto ¿cómo va a ser deducible dónde se pone o se carga la tarjeta bip! en el metro, si nunca habías andado en él? Si comprarla y cargarla por primera vez ya es una odisea, cachar dónde se hace el "pip" para pasar por el torniquete, puede ser un desafío que se supera con pura observación del que viene antes en la fila.
El clima es un tema en Santiago. Más allá de ser un tópico recurrente cuando no hay nada de qué hablar, en general la gente está pendiente y si el meteorólogo falla, ufa. La cosa es que si llueve, aunque sean cuatro gotas locas, el tráfico se convierte en un caos, las calles se inundan, las personas llegan tarde a los lugares —si es que llegan― y abrigados como hijo único. Mientras, el sureño ve esto con una sonrisa irónica y pronuncia su clásica frase "¿A esto le llaman lluvia?"
Para qué hablar del frío o el viento. Ahí la alharaca del santiaguino se vuelve de antología.
El ritmo de la capital es más rápido y estresante (para la mayoría). Pero así como la gente no para, el comercio tampoco. Es natural que sorprenda a los provenientes regiones el poder ir a las tiendas a cualquier hora del día o que encontrar locales para comer o comprar frutas y verduras, no sea un desafío después del mediodía.
Uno de nuestros símbolos patrios, unificador de territorios y para gran parte de los habitantes de regiones, un punto de referencia para ubicarse, es la Cordillera de Los Andes. Sin embargo, en Santiago, como si ya no fuera lo suficientemente difícil poder orientarse para alguien que viene llegando, no se ve la cordillera en muchas ocasiones. ¿La culpa? El smog. Otro amigo que en muchas regiones no se conoce.
Hay mucha ignorancia respecto a la vida fuera de la metrópoli. Como ejemplo, el creer que cualquier persona que vive fuera de Santiago tiene una casa de campo, donde come huevos de sus propias gallinas y saca la leche de la vaca (quizá ahí exageré... espero). Pero de todas formas muy pocos piensan en ciudad cuando los sacan de su entorno santiaguino.
Seguramente antes de llegar a la capital, poco te cuestionabas tu amor por la ciudad que te vio nacer. Sin embargo, mientras pasa el tiempo en Santiago, pareciera que cada vez tu sangre tira más a tu provincia, camiseteándote a fondo por el equipo de fútbol de tu zona y defendiendo hasta lo indefendible de tu región. ¿Sí o no?