Tenemos los pies empolvados de carbón y no nos hemos dado cuenta. A medida que caminamos por nuestro planeta, vamos dejando un oscuro rastro que revela nuestro paso por la vida, pero no tiene nada de romántico. Al contrario, son las huellas de los gases contaminantes que no hemos evitado emitir mientras nos transportamos, comemos, nos duchamos o nos calentamos con una estufa. En fin, cuando vivimos.
¿En qué consiste exactamente esa huella de carbono?, ¿cómo calcularla?, ¿qué hacer para reducirla? En El Definido te contamos con peras y manzanas de qué se trata y, al final, me expongo ante todos para calcular y revelar cuánto CO2 envío yo anualmente a la atmósfera.
Como todo rastro, la huella de carbono es una marca que dejamos en nuestro paso por la vida. Cada día esa huella crece o decrece, dependiendo de las decisiones que vayamos tomando y cuán consciente nos hagamos sobre la importancia de disminuirla. Concretamente, se trata del “conjunto de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) producidas, directa o indirectamente, por personas, organizaciones, productos, eventos o regiones geográficas”, de acuerdo al Ministerio de Medio Ambiente.
Para entender por qué este tipo de emisiones causan tanto daño, debemos conocer qué son los GEI, gases que son capaces de absorber el calor que emite la Tierra, calentada por el Sol, y devolverlo nuevamente a la superficie del planeta. Este es un proceso natural para regular la temperatura de nuestro planeta, al que incluso contribuye el vapor de agua. Pero las actuales y abundantes emisiones de gases como el dióxido de carbono o los hidrofluorocarbonos, han llevado a que la temperatura suba fuera de los rangos habituales, generando lo que conocemos como efecto invernadero, el que conduce al cambio climático. En otras palabras, la huella de carbono de cada persona o empresa, contribuye a incrementar los efectos del cambio climático.
Por eso, la medición de los GEI para determinar la huella de carbono (que no está compuesta únicamente de carbono, pero se le llama así de manera general) nació con el objeto de hacer a la humanidad más consciente de sus efectos sobre el clima y, de esta manera, poder generar iniciativas que contribuyan a disminuir los niveles de contaminación.
Obviamente, hay distintas maneras de cuantificar la huella de carbono, pues puede tratarse de una empresa que busca otorgar a sus consumidores productos que durante su ciclo de vida -desde la adquisición de las materias primas hasta su gestión como residuo- produzcan menos contaminantes, o bien, de personas privadas que quieran disminuir la cantidad de GEI que emiten en su vida cotidiana. Para el caso de la huella de carbono corporativa (de empresas) existen varios parámetros de cálculo:
Emisiones directas: son los GEI que provienen de fuentes que son propiedad o controladas por una empresa determinada. Por ejemplo: consumo de combustibles fósiles por maquinarias o por vehículos, fugas no intencionadas de equipos de climatización o uso de combustible por equipamientos de cosecha.
Emisiones indirectas por consumo y distribución de energía: emisiones de GEI provenientes del consumo de electricidad y/o vapor generado por terceros. Es decir, se trata de compras de electricidad y/o vapor por parte de la empresa con el fin de producir. Por ejemplo, la iluminación de las oficinas de una compañía.
Otras emisiones indirectas: emisiones de GEI por fuentes que no son propiedad ni están controladas por la empresa, pero son derivadas del trabajo de la compañía. Por ejemplo, el transporte de materias primas, de las personas que acuden a trabajar diariamente, equipos de faena de contratistas o viajes de negocios.
Para calcular la huella de carbono corporativa, existen varias organizaciones cuyo objetivo es atestiguar tu rastro de contaminantes en el medioambiente. La idea es determinar el desempeño ambiental de determinada compañía, para luego usar esa información para certificar ante los consumidores que esos productos tuvieron una producción y tendrán un completo ciclo de vida mínimamente contaminante, o bien, neutral.
Una de las organizaciones chilenas más conocidas que hace este trabajo –y que puedes contratar si te interesa certificar a tu empresa o hacerla carbono neutral- es Green Solutions.
¿Qué significa ser carbono neutral?
Las empresas y las familias, pueden convertirse en carbono neutral. Todo se trata de mantener un férreo compromiso con el medioambiente (que no es nada fácil, y de ahí el mérito).
En concreto, ser carbono neutral significa remover de la atmósfera todos los GEI que agregamos diariamente, porque no producir absolutamente ningún gas contaminante, es más difícil a nivel corporativo. ¿Cómo las empresas neutralizan sus emisiones? Mediante la compra de bonos de carbono. Y, ¿qué diantres son los bonos de carbono?
Internacionalmente existe un “mercado de carbono”. Sí, tal cual. Es “un sistema de comercio mediante el cual los gobiernos, empresas o individuos pueden vender o adquirir reducciones de GEI”, de acuerdo al Sistema Nacional de Información Ambiental.
Pongámoslo simple. Por ejemplo, una empresa chilena conoce sobre la existencia del mercado del carbono y se ve interesada en reducir su cuota de emisiones de GEI a la atmósfera, pues eso podría significar que una compañía proveniente del mundo desarrollado, le compre bonos de carbono. Entonces y con esfuerzo de todos sus trabajadores, la empresa chilena reduce su huella de carbono, por ejemplo, comprando maquinarias más modernas y menos contaminantes. Al saberlo, una empresa alemana que aún no puede reducir su cuota a ese nivel (pues probablemente es más grande), le paga bonos de carbono a la compañía chilena para que, por el momento, aquí se compensen sus emisiones de GEI.
En resumen, no interesa en qué parte del mundo se esté reduciendo la huella de carbono, pues el efecto global es el mismo. Si tu eres un gobierno, empresa o individuo que aún no puede reducir su cuota, págale a otra para que lo haga, y ésta última se verá incentivada a actuar. Pero como las personas comunes y corrientes, en general, no andamos comprando bonos de carbono, veamos qué hábitos son los que influyen en el incremento de nuestras huellas, para poder cambiarlos.
Aterricemos esto a nuestras vidas cotidianas, ¿qué tamaño tiene nuestra huella de carbono? Solemos pensar que se trata de algo marginal, pero no es tan así. Para aterrizarlo, me pondré a mi misma bajo la lupa de los lectores de El Definido, a riesgo de ser catalogada como una chimenea de gases contaminantes. Y ojo, que no soy ejemplo de nada, el objeto de hacer este experimento es sólo para conocer cómo funciona la medición.
Para calcular mi huella de carbono personal, entré al sitio Calcula mi huella, una herramienta especialmente diseñada para hacerlo al ingresar datos específicos sobre tus hábitos y tus cuentas de gas, agua y luz. Llegó la hora de la verdad:
Emisiones de GEI en el hogar: 0,61 toneladas de CO2 al año
Al comenzar el cálculo, el sitio me pregunta con quienes vivo, y en mi casa somos dos. Luego me pide que ingrese los montos de nuestras últimas cuentas de electricidad y gas natural. Me pregunta después cuántos balones de gas licuado compro al mes (ninguno). ¿Uso calefacción con combustible de combustión? No. ¿Uso calefacción eléctrica? Sí, y especifico cuántas horas al día (alrededor de tres horas), durante cuántos meses al año (cuatro meses, los de mayor frío).
Emisiones de GEI en el transporte: 1,25 toneladas de CO2 al año
Me pregunta si tengo auto y de qué tamaño es. Es pequeño y lo conduzco muy poco, unas 2 horas a la semana. Luego me consulta cuántas estaciones de metro visito al día, pero al trabajo me voy en micro, así que ninguna. ¿Cuántos kilómetros viajo en avión al año? Es relativo, pero creo que en el último año no debo haber viajado más de 2 mil. Me consulta cómo y cuánto viajo fuera de Santiago: en general en auto y bastante los fines de semana. Así que en este punto me iré a las nubes: 6 mil kilómetros al año.
Emisiones de GEI en hábitos de consumo y residuos: 0,55 toneladas de CO2 al año
Pregunta mi dieta de productos de origen animal: como 2 porciones de carne de vacuno a la semana, 1 de cerdo, 2 de ave, 7 de leche y 1 de huevo. De origen vegetal: 7 porciones de pan, 1 de papa, 5 de cereales, 5 de fruta y 14 de vegetales, aproximadamente. ¿Metros cúbicos de agua mensualmente (aparece en la cuenta): 7 metros cúbicos. Los envases desechables que consumo a la semana son 1 botella plástica de 500cc. y una botella de vidrio de 1000cc.
Por último, mis hábitos de reciclaje (y aquí me hundo nuevamente en el fango de la vergüenza): sólo reciclo papeles y cartones, que son los que reciben en la comunidad de mi edificio.
Mi huella de carbono total al año es de 2,41 toneladas, mientras un ciudadano promedio en Chile produce de 5,7 toneladas. Bien, no está tan mal, tenía miedo al inicio de este artículo de exponerme demasiado y quedar reverendamente mal parada ante todos. Pero, ¿acaso no podría hacer algo más?
Pues sí, podría tener una compostera en mi balcón y reciclar todos mis residuos en la casa, o bien, viajar en bus fuera de Santiago o prender menos la estufa en invierno. Lógicamente, hay cosas que estoy dispuesta a cambiar, y otras que no tanto. Lo que si saco en limpio de este experimento, es que siempre podemos hacer algo más para reducir nuestra huella de carbono y que, por supuesto, cada uno de nosotros es un agente de cambio, ¡a armar mi compostera y pintar tachos para el reciclaje!