A todos nos ha pasado alguna vez: una canción, un olor o la visión de una antigua fotografía, desencadena en nuestro cerebro una serie de recuerdos que creíamos olvidados o dormidos. A veces pueden ser sólo imágenes, por ejemplo cuando se trata de un episodio de la niñez temprana, pero otras veces se trata de recuerdos vívidos, que incluso desencadenan sensaciones y pueden hacernos llorar o soltar una carcajada. De pronto, nos sentimos en otro espacio y en otro tiempo y ¡zas! Algo que creías que no te había marcado tanto, vuelve a hacerse real en tu memoria.
Esa capacidad de recordar que tiene nuestra mente, a partir de estímulos sensoriales, hoy es utilizada por la ciencia para el tratamiento de una de las enfermedades más tristemente populares: el alzhéimer. Lamentablemente, de acuerdo al Informe Mundial sobre el Alzheimer 2015, cada veinte años se duplica la cantidad de personas afectadas por el alzhéimer en el mundo, lo que traduce en una abismante realidad: cada tres segundos, el cerebro de alguien en nuestro planeta desarrolla la temida enfermedad. A continuación veremos cómo funciona la terapia, para luego visitar algunos originales ejemplos.
Cuando hablamos de capacidades cognitivas, nos referimos a aquellas que nos permiten realizar cosas tan básicas, fundamentales y comunes, como aprender, recordar, realizar juicios de valor o hablar. De alguna manera, tiene que ver con las funciones cerebrales que nos permiten pensar y ser seres sociales.
A grandes rasgos, el alzhéimer es una enfermedad progresiva que afecta principalmente a la memoria y a varias capacidades cognitivas de nuestro cerebro. Con el paso del tiempo, quienes sufren de este mal ven cómo estas capacidades se van deteriorando: cada vez sienten más dificultades para realizar más de una tarea a la vez, hay muchos problemas cotidianos que se les vuelven difíciles de resolver, olvidan hechos y conversaciones recientes y necesitan más tiempo que el resto de los mortales para llevar a cabo actividades con algún grado de complejidad. De pronto, para ellos y para su entorno, esto comienza a hacerse evidente. Es en este punto cuando la estimulación cognitiva puede hacer la diferencia.
Se trata de un conjunto de estrategias, técnicas y ejercicios, que tienen como fin el mejorar el funcionamiento de las capacidades cognitivas del enfermo. Claramente el alzhéimer tiene diferentes fases de avance, a través de las cuales las capacidades cognitivas van menguando, por lo que en cada una de ellas, los ejercicios que se proponen deben ir mutando y haciéndose más simples. Pero, en palabras sencillas, este tipo de técnicas debiesen mejorar su calidad de vida, ralentizando el avance de la enfermedad y maximizando la autonomía del paciente, algo fundamental para la autoestima de un ser humano adulto que, poco a poco, comienza a verse impedido de hacer aquellas cosas que hace poco tiempo le resultaban tan simples.
Existen distintas maneras de aplicar esta terapia, las que aquí incluyo me parecieron particularmente originales y, viendo los resultados, efectivas.
Hace poco me encontré con esta joya en Netflix y quedé alucinada por el poder que puede llegar a tener en nosotros la música. Como decía el filósofo Friedrich Nietzsche, “sin música, la vida sería un error”.Una canción nueva, que recién venimos conociendo, puede encantarnos y hacernos bailar y disfrutarla con todos nuestros sentidos, pero su carga emocional no es tan fuerte como una que relacionamos con un período particular de nuestras vidas. Una simple canción del pasado puede transportarnos y, lo más importante, obligarnos a recordar.
Volviendo a Alive Inside(Vivo por dentro), se trata de un documental estrenado en 2014 y dirigido por Michael Rossato-Bennett, que explora precisamente la potencialidad de la música para estimular la memoria de aquellos que sufren de alzhéimer, inclusive en etapas muy avanzadas. Recoge el trabajo realizado durante tres años por Dan Cohen, un trabajador social que tuvo la genial idea de llevar reproductores de música (IPods) a casas de reposo de adultos mayores, quienes vivieron un verdadero despertar de sus memorias al escuchar temas que vinculaban emocionalmente a períodos de sus vidas.
Sólo un ejemplo (que viene en el video a continuación): Henry es un hombre de más de 90 años que está en una residencia para ancianos hace alrededor de diez. Se muestra en general reservado, callado, casi depresivo, sus capacidades cognitivas están tan menguadas que ya no es capaz de reconocer a su hija. Sin embargo, cuando le ponen unos audífonos en sus oídos con su música favorita, Cab Calloway, sus ojos parecieran que se van a salir de sus órbitas, comienza a moverse de un lado a otro, a cantar y a sonreír. Luego le sacan los audífonos y su mente, de forma instantánea, comienza a recordar sus gustos de juventud, lo que para él significaba (y significa) la música:
“Me da sentimientos de amor, de romance. Me he dado cuenta que el mundo necesita la música ahora mismo. Cantando tienes una música muy bonita. Muy bonita, preciosa. Siento que es una banda de amor, de sueños. El Señor vino a hacerme santo. Soy un santo. Y me ha dado estos sonidos que dicen: `Te echo de menos´”, dice Henry, y de nuevo se lanza a cantar antiguas canciones. Esto le devuelve el alma al cuerpo, se conecta con sí mismo, con su identidad, y, en resumidas cuentas, vuelve a parecer un hombre feliz (y ése es el sentido final de toda la terapia).
Las pasiones son diversas, y quienes no tienen una conexión tan intensa como Henry con la música, de seguro tuvieron otras a lo largo de sus vidas. Una de ellas (y que comparten muchos, muchos) es el fútbol.
La Revista Líbero nació como una iniciativa fundada en un estudio de la Fundació Salut i Envelliment de la Universidad Autónoma de Barcelona, promovida y financiada por la Federación Española de Asociaciones de Futbolistas Veteranos. ¿En qué consistió el estudio? En resumen, se descubrió que hablar de fútbol puede estimular las capacidades cognitivas de las personas que sufren de alzhémier, desarrollando su memoria, su atención y, como ya dijimos, su estado anímico. Entonces, Líbero decidió crear un proyecto llamado Fútbol vs Alzhéimer, que consiste en crear revistas sobre este deporte, pero con relatos e historias del pasado, de la época en que los enfermos eran jóvenes o adultos hinchas de los principales equipos de España.
Lo sorprendente del proyecto es que, al enviar estas publicaciones a los pacientes, éstos se emocionaron, se alegraron y, enseguida, comenzaron a recordar los nombres de las principales estrellas del balompié de antaño, sus jugadas más memorables y los resultados de partidos o campeonatos completos.
Una herramienta terapéutica que acabó siendo de enorme utilidad: “Las cosas se nos van de la cabeza, pero si las vemos las recordamos”, señala uno de los pacientes.
Buscando otras iniciativas de este tipo, me encontré con el proyecto iniciado por un poeta y verseador gomero (La Gomera es una de las siete islas principales de las islas Canarias, en España), llamado Eduardo Duque. Él se ha dedicado a luchar contra el alzhéimer en Tenerife, islas Canarias, utilizando la improvisación y el verso como terapia de estimulación cognitiva en pacientes de la tercera edad. Como en los casos anteriores, el objetivo no es la cura de la enfermedad, ni mucho menos, sino el mejorar la calidad de vida de quienes la padecen, retrasando su avance.
Duque organizó un taller en el que, acompañado por el músico Jorge Mendoza, se utilizan las isas, folías (dos manifestaciones del folclore de la zona), rimas e improvisaciones, para crear mensajes que los pacientes puedan memorizar, estimulando sus memorias. Algo así como utilizar las payas o el canto a lo humano y a lo divino, a modo de terapias para estimular las capacidades cognitivas (no es mala idea…).
Lo original del proyecto, también se vincula al hecho de poner en valor la cultura popular, utilizando un recurso de identidad de la zona como terapia médica. En palabras de Duque: “el objetivo es dar a conocer este fenómeno de la tradición, que es la improvisación oral en verso (…). Los medios que ofrece este proyecto permiten que, partiendo de la realidad que viven las personas mayores y bajo un clima de colaboración, se fomenten iniciativas y actitudes para mejorar la capacidad de imaginación y de creatividad”.
También encontré un gran ejemplo de iniciativas de estimulación cognitiva en Chile, una aplicación para tablets enfocada precisamente en realizar terapias a personas con trastornos neurocognitivos (entre ellos, el alzhéimer).
El diseñador de la Universidad del Desarrollo, Pablo Montt, siempre se interesó por la utilización de la comunicación como herramienta. Durante su Proyecto de Título, creó láminas para estimular a pacientes con afasia, un trastorno del lenguaje que se produce como consecuencia de una patología cerebral. Al ver el éxito y el progreso de los pacientes al utilizar este recurso, decidió ir un paso más allá y llevar las láminas a un formato digital. Gracias al apoyo de la universidad, y junto a Francisco Cruz, también diseñador, y Rodrigo Trujillo, fonoaudiólogo, crearon el primer prototipo digital de la app. A la larga, Pablo y Francisco fundaron una empresa, Verbum, la que se hizo asesorar por variados profesionales de la salud, para que el producto final realmente satisficiera la necesidad de herramientas terapéuticas que tenía el sistema. Junto a Carlos Irigoyen, ingeniero Civil y emprendedor, el software pudo finalmente ver la luz.
Actualmente, la app Cognitus ya ha sido probada en varias instituciones de salud, y está por ser lanzada tanto para iOS como para Android. Cuenta con una versión gratuita y con otra pagada, que incluye nuevos recursos y una suscripción para ampliar sus facultades.
¿De qué se trata la aplicación? Funciona como una herramienta para quienes trabajan realizando terapias a pacientes con alzhéimer, o cualquier otro trastorno neurocognitivo. Permite al profesional crear sus propios ejercicios de estimulación, utilizando recursos como imágenes, música y sonidos, que se encuentran alojados en una gran biblioteca.
Además, la app permite crear terapias personalizadas, pues el profesional puede utilizar sus propios recursos para crear las presentaciones. Otra de sus ventajas, es la oportunidad de crear comunidad entre los profesionales de la salud, compartiendo herramientas y recursos a través de la herramienta digital en línea.
El alzhéimer es una enfermedad propia de esta época, que ataca aquello que más nos duele: nuestra memoria. No sólo el enfermo comienza a sentirse discapacitado y solo, sino que todo su entorno familiar se entristece al ver cómo, progresivamente, desaparecen del registro mental de su padre, madre, abuelo o abuela. Estos cuatro ejemplos de terapias de estimulación cognitiva, demuestran cómo, con creatividad y originalidad, es posible mejorar la calidad de vida de los enfermos. La pasión por la música, el fútbol o los cantos populares, puede, a veces, ser más fuerte que el más eficiente cóctel de pastillas.