La trata de personas es algo de lo que escuchamos cada cierto tiempo, pero lo vemos como un fenómeno lejano. ¿Cuántas veces has escuchado de alguien cercano a quien le sucedió? ¿Crees que podrías ser parte de eso y lograr liberarte?
Para quienes no saben a qué nos referimos cuando oímos sobre la trata de personas, no está demás decir que es uno de los delitos más vergonzosos que existen y es un problema que priva la dignidad de millones de personas alrededor de todo el mundo. ¿De qué se trata? Delincuentes engañan a mujeres, hombres y niños de cualquier parte del planeta y los someten diariamente a situaciones de explotación; tanto sexual, como fines de trabajo forzoso, servidumbre doméstica, mendicidad infantil y hasta extracción de órganos.
Parece una pesadilla, pero es una realidad en 124 países del mundo y hay al menos 510 corrientes de tráfico, indican los datos de la Oficina de Naciones Unidad Contra la Droga y el Delito. Unas 2,5 millones de personas son víctimas y se calcula que por cada una persona identificada, existen 20 más sin identificar (y otras cifras indican números muchísimo más altos). Además es un negocio redondo, razón por la cual se sigue practicando sin conciencia.
Solamente el trabajo forzoso recoge cerca de $150.000 millones de dólares en ganancias ilícitas cada año, según estimó la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en 2014.
Pero hay maneras de combatirlo fuertemente que están funcionando, y éste es un ejemplo a imitar.
¿Puedes creer que de todas estas crudas historias de abuso, puedan surgir grandes héroes? Sí, porque no solo Liam Neeson en Taken ("Búsqueda Implacable") se convierte en un salvador del perverso sistema de la trata de personas, sino que hay personas reales deteniéndolo. Y no hablamos de policías.
Es Beth Jacobs, una mujer que a los 16 años fue drogada, secuestrada y forzada a prostituirse y que tras escapar, hoy se encuentra ayudando a combatir este comercio día a día uniendo a gente que se interese en terminar con estos abusos (el 53% de la trata de personas es de corte sexual).
Lo que hace específicamente es trabajar como entrenadora para “Truckers Against Trafficking” (TAT), una asociación sin fines de lucro que reúne a 2,3 millones de camioneros en Estados Unidos para combatir el tráfico sexual de personas.
Muchos se estarán preguntando por qué camioneros. La explicación es sencilla y se encarna en la historia de Beth, pues la primera vez que ella fue abusada, fue en una parada de camiones en donde fue entregada a uno de ellos que incluso llegó a pedir un descuento por que “la niña lloraba mucho”. El camionero en esa instancia puede haber estado involucrado en el "negocio" o quizás ignoraba por completo las razones de por qué la trasladaba. Independiente de eso, la idea es capacitarlos para que puedan estar atentos a cualquier alerta de ese tipo y hacer una constancia inmediata a las autoridades.
Un camionero que hubiera sido capaz de darse cuenta de lo que estaba pasando, quizás la habría podido salvar de los seis años que tuvo que mantenerse sometida a ese tipo de tratos.
Para su sorpresa, la idea ha funcionado mucho mejor de lo que ella esperaba y ha tenido una gran aceptación. Como los camioneros tienen hijos y nietos empatizan con la situación y sienten ganas de ayudar. Hoy hay más de 214.000 personas capacitadas por TAT y ya se ha asociado con cientos de empresas en la industria de transporte.
¿Por qué solo vigilar las paradas de camioneros? ¿Qué pasa con todos los otros lugares en los que ocurren estos actos? En 2015, estos paraderos representaron el 1,5 % de los casos de tráfico sexual, según el reporte entregado a “National Human Trafficking Resource Center”.
Además de esto, muchos de los lugares que también son utilizados a menudo por los traficantes sexuales, son hoteles, moteles y bares, los cuales también son frecuentados por los camioneros muy a menudos en sus viajes. Esto los convierte en un actor clave para poder identificar casos.
¡Y efectivamente ha resultado! A pesar de que las llamadas a la línea directa son anónimas, las llamadas de conductores que piden ayuda se han disparados desde que TAT ha comenzado su capacitación, llegando incluso a recibir 1.371 llamadas de conductores de camiones desde el 2007, que han involucrado a 744 víctimas, de las cuales 249 eran menores de edad.
La nueva meta, es lograr que se cree una ley que capacite a todos aquellos que tienen una licencia comercial, para que también sean capaces de poder descubrir cuándo está ocurriendo un acto fuera de lo normal.
El entrenamiento básico es gratuito y dura alrededor de 26 minutos a través de un DVD que enseña como buscar y que hacer en el caso de tener una sospecha de tráfico sexual.
A los conductores que realizan el curso, se les entrega una tarjeta de bolsillo que señala toda la información sintetizada, y se les alienta a que muestren carteles en sus camiones que permitan a las víctimas identificar que tienen opciones de ser rescatadas.