La vibración es el peor enemigo de las turbinas eólicas (o aerogeneradores) actuales. Sus "palas" o aspas necesitan estar perfectamente balanceadas para evitar que la vibración de éstas al girar destruya el generador o haga colapsar la torre completa. Su enorme pilar debe ser lo más rígido y resistente posible para evitar deformaciones. Y la turbina debe frenarse cuando el viento sopla demasiado fuerte (justo cuando más energía podría producirse) porque al exceder cierta velocidad, la torre podría estallar, como se ve en este video. Todo lo anterior implica complejidades de diseño e importantes costos de producción, construcción y mantención. ¿Pero qué pasaría si la vibración y deformación producida por el viento fuera, justamente, la que produjese la electricidad?
Eso es precisamente lo que promete Vortex, un nuevo tipo de aerogenerador sin aspas ni piezas móviles, o "aerogenerador por vorticidad", que la empresa española Deutecno, startup de David Yañez, David Suriol y Raúl Martín, espera sacar al mercado dentro de poco, luego de adjudicarse el "Fondo de Emprendedores" de la empresa Repsol y ganar el Startup & Investor Summit 2014.
El aerogenerador se ve como un bate de beisbol puesto verticalmente en el suelo. O como el pilar de un aerogenerador tradicional, pero sin la "cabeza" que contiene el generador y las aspas. Viéndolo, es difícil imaginar cómo semejante aparato podría producir electricidad o atrapar el viento.
La clave está su materialidad, pues está hecho a partir de materiales piezoeléctricos y fibra de vidrio o carbono. Al ser semirrígida, la columna vibra y oscila al entrar en resonancia con el viento, produciendo energía con su propia deformación.
Recordemos que la piezoelectricidad es un fenómeno que ocurre en determinados cristales naturales o sintéticos que, al ser sometidos a tensiones mecánicas, adquieren cierta polarización eléctrica en su masa, generando un diferencial de potencial y cargas eléctricas de distinto signo en las caras opuestas de la superficie.
La estructura vibra por efecto de un fenómeno que describió a principios de siglo el físico Theodore von Kárman, quien observó que al interponer una estructura cilíndrica, como una chimenea, en el camino de fluidos como el agua o viento, estos formaban un patrón cíclico de remolinos de movimiento espiral que azotan la estructura y la hacen oscilar de un lado a otro. El fenómeno recibió el nombre de "vórtices de Kárman" y de ahí el nombre del aerogenerador, que cuenta con una estructura cuya geometría se acopla a la frecuencia de oscilación de los remolinos y los empuja a reproducirse de forma ordenada en torno a ella.
La sencillez del sistema permite toda clase de beneficios sobre los aerogeneradores tradicionales, como por ejemplo:
"La tecnología del Vortex lleva en la mente del inventor, que es mi socio David Yáñez, desde el 2006, que fue cuando presentó la primera patente. Y es desde entonces que se lleva pensando, gestando, masticando y madurando. Hemos superado ya, con recursos propios, unos modelos de prueba en túnel de viento. Hemos construido nuestro propio túnel de viento. Tenemos nuestro propio laboratorio, que no deja de ser un garaje, que está en Ávila y ahí es donde hacemos todas las pruebas. Hemos construido un Vortex de tres metros. Y hemos ido superando todas las pruebas y barreras que nos íbamos encontrando por el camino hasta ahora, que tenemos un proyecto que es viable y que puede convertirse en la segunda generación de aerogeneradores" –señala David Suriol, responsable de comercialización, marketing y desarrollo de Deutecno.
El objetivo es construir en el corto plazo un Vortex de 20 o 25 metros para generación eléctrica masiva y de ahí, en unos tres años uno de más de 100 metros, pues a mayor altura, mayor rendimiento; aunque también proponen versiones en miniatura para generación doméstica o industrial. "Ahora estamos en el principio de esa realidad. Ahora es cuando tenemos que empezar a construir, porque hemos recibido un reconocimiento, un apoyo, una financiación. Aquí no acaba, sino que todo empieza", afirma Suriol.
El mayor desafío, ahora, es encontrar materiales piezoeléctricos más potentes, pues según explica Suriol, se necesitarían toneladas de los actuales para hacer funcionar un Vortex a escala real. Por fortuna, hay varios grupos trabajando en nuevos materiales, basados en plásticos y cerámicas, con mayor potencia y menor peso.